Ambaixada arquitectònica

Editorial La Vanguardia 05.06.2012

De todos es sabido que los recursos públicos están muy menguados. Lo cual no significa que se hayan agotado por completo. En la presente circunstancia no se trata, pues, de quedarse en punto muerto, sino de dar el uso más pertinente a las partidas presupuestarias todavía disponibles. El Institut Ramon Llull (IRL), que abrió pabellones propios para la representación catalana en las ediciones del 2009 y el 2011 de la Bienal de Arte de Venecia, ha optado ahora por tener también su primera representación oficial en la Bienal de Arquitectura veneciana, cuya decimotercera edición se desarrollará entre los próximos 29 de agosto y 25 de noviembre.

Los directores del IRL recordaron ayer que el de la arquitectura y la construcción es uno de los sectores más baqueteados por la crisis. Y no puede decirse que les falte razón. Amodo de ejemplo, baste señalar que en pocos años el número de viviendas visadas en Barcelona ha caído más de un 90%: he aquí un decrecimiento brutal, de difícil parangón en otros sectores.Apartir de este análisis, el IRL consideró que era el momento de echar una mano a la arquitectura catalana, y esa es una de las razones más poderosas para impulsar esta embajada cultural, ya perfectamente definida, que pronto viajará a la ciudad de los canales.

Los criterios de selección de las nueve obras que nos representarán en Venecia parecen acertados. Conscientes de que los tiempos de la arquitectura espectacular quedan ya muy atrás –al igual que lasa menudo inadecuadasymuy onerosas relaciones entre gestores públicos inexpertos y arquitectos estrella–, los comisarios de esta representación catalana han seleccionado un conjunto de obras que se caracterizan por su sobriedad. También por su atención prioritaria a las necesidades de los clientes, por el uso de materiales sencillos y por una concepción ética de la profesión, que no tiene por qué estar reñida, ciertamente, con la excelencia plástica de las obras. Es decir, una serie de características que ahora nos parecen imprescindibles y que, además, se inscriben en la mejor tradición local.

El hecho de que los autores de dichos trabajos sean jóvenes treintañeros –o cuarentones recientes– no hace sino añadir sentido a laapuesta, que indirectamente viene a establecer unas pautas de conducta muy atinadas para el conjunto de la profesión, en esta época de dificultades que nos ha tocado vivir. Una época dura, sin lugara dudas, pero no tanto como para renunciar a proclamar en un escenario privilegiado, como es el veneciano, el buen criterio, las habilidades y las obras más recientes de los arquitectos catalanes.